sábado, 20 de julio de 2013

Eran espejismos??

Hoy me he levantado triste y preguntandome ¿por qué?. Por qué una madre debe separarse de su bebé cuando no quiere y su peque aún la necesita tanto. Por qué hay mujeres increíbles que tienen que 'aparcar' temporalmente sus sueños porque el maldito dinero no llega. Por qué tengo que alegrarme en parte de estar enferma ya que asi, al menos, puedo pasar unos días más junto a mi hija. Por qué tenemos que irnos a ganar dinero fuera de casa para pagar a otra persona que cuide de nuestros hijos. Por qué tenemos que renunciar a nuestra mayor ilusión.

Hace unas semanas estaba feliz porque parecía que el mundo cobraba luz, que todo era posible y que esta vez sí,  esta era la buena. Pero ahora parece que todo se diluye, se va apagando poco a poco y esas 'señales' que tiempo atrás eran tan claras hoy se tornan en el sentido contrario y me hacen dudar.

Me pregunto si tiene sentido. Si tiene sentido sacar fuerzas de flaqueza, levantar la vista y seguir peleando por una ilusión o si seré una ilusa siquiera por pensarlo. Quizá deberia dejarme de pamplinas y unirme al ritmo de la sociedad: trabajo, guardería...resignación.

Algo dentro de mi se rebela y me dice que no, que hay alternativas y sólo tengo que encontrarlas. Pero hay taaanto ruido fuera que me cuesta cada vez más escuchar esa voz interior.

Y siento que se me acaba el tiempo, que cada momento, cada día que pasa será mas difícil.  Y ese ansia y esas prisas me inmovilizan, y el círculo vuelve a empezar.

Hoy necesitaba sacar todo esto. Lagrimas en forma de palabras. Como dice mi adorada Pao, hoy éste ha sido mi espacio de catarsis. Hoy necesitaba escribir.

viernes, 5 de julio de 2013

Dormir contigo

Hace tiempo que quería escribir esta entrada y qué mejor momento que ahora que mi peque y mi amor duermen junto a mi.

Nuestra experiencia con el colecho vino por 'casualnecesidad'. Era una práctica que respetabamos pero no teniamos planeado que formara parte de nuestras vidas, al menos no de nuestro día a día.  De hecho a Alicia le compramos una cuna (convertible en cama asi que nos queda el consuelo de que en algún momento seguro que la utiliza...) y nos prestaron una minicuna monisima que estuvo en casa hasta hace un par de meses, mas para siestecillas que para otra cosa...

Durante sus primeros dias de vida,  Alicia lloraba desesperadamente por las noches, entre las 12 y las 5 exactamente.  Entonces caía rendida y dormía lo que le echasen. Sólo se calmaba un poco agarrada a la teta de mamá asi que, para que yo pudiera descansar un poco intentamos hacer algunas tomas en la cama. Pero los pequeños pies de la princesa se empeñaban en dar pataditas -esta vez desde fuera- a la altura de la cicatriz de la cesárea y, como podeis imaginar yo veia las estrellas. Así que en ese momento lo descartamos.

Iban pasando los días y como si de una película se tratase, Alicia y yo disfrutabamos la una de la otra en la mecedora de su habitacion, solas, con luz tenue y ella se quedaba dormida mamando mientras yo la acunaba. Bellisimos momentos. Pero era dejarla dormidita en la cuna y...pum!! Se despertaba al instante. En vez de ositos la minicuna parecía tener pinchos. Asi que otra vez en brazos y vuelta a empezar... Ella dormía feliz, calentita y en brazos de mamá,  pero yo...no podía pasarme la noche sentada en la mecedora!!

Así que un día probamos a que durmiera junto a nosotros y fue genial. Dormimos los tres casi del tirón,  calentitos y acurrucados. La peque comía cuqndo quería y ninguna de las dos llegabamos a despertarnos. Así que pasamos unas semanas con el siguiente plan: si a la hora de acostarnos estaba dormida intentabamos dejarla en la cuna (siempre en nuestra habitación) pero si estaba despierta o abría los ojitos a causa de los "pinchos", a la cama. Y como podéis suponer, acabábamos durmiendo juntos casi cada noche. Y poco a poco, casi sin pensarlo, dejamos de intentar la cuna. El colecho nos iba genial: descansabamos los tres, ni Ali ni yo casi nos despertabamos para sus tomas nocturnas, ella no lloraba nada y nosotros disfrutabamos de poder abrazarla, de la calidez de su cuerpecito acurrucandose junto a los nuestros. Nunca tuvimos miedo de aplastarla y yo, que antes me removia en la cama como un rabo de lagartija, aprendí a descansar de ladito, sin moverme y con un brazo rodeando a mi pequeña.

Y hoy, cuando se acerca peligrosamente a los seis meses, así seguimos, a pesar del calor del verano, siendo más conscientes de las ventajas de descansar juntos fundamentalmente porque a nosotros nos funciona, descansamos todos, somos felices así y eso es lo que importa. 

Y haciendo honor al título del post, os dejo con la letra de ese maravilloso bolero que yo siempre había pensado para una situación romántica pero que, escuchándolo detenidamente, es perfecto para cada una de las noches en las que en mi cama somos tres.

Dulces sueños

Dormir contigo
es el camino mas directo al paraíso 
sentir que sueñas
mientras te beso y las manos te acaricio 
Dormir contigo
es navegar en una estrella hacia el espacio 
es embriagarme
con el susurro de tu hablar tierno y despacio 
Dormir contigo
es conocer la dimensión que tiene un verso 
sentir que sueño y al mismo tiempo conocer el universo 
Dormir contigo
con tu cabello acomodado aquí
en mis brazos 
y el terciopelo que me brinda
tu regazo
que maravilla dormir contigo 
Dormir contigo con la ilusión de que despertare mañana 
con el calor de un nuevo día
en la ventana fue un algo hermoso amor.....
dormir contigo....

jueves, 4 de julio de 2013

La maternidad de la A a la Z: T de Temor

La semana pasada tuvimos nuestras primeras vacaciones en familia, junto al mar y disfrutando mucho de la peque y como estuve totalmente desconectada del mundo 2.0 no participé en el último AZ de junio (me pusisteis falta?? Espero que si, eso es que me habéis echado de menos...jejeje). Pues tras las pellas vacacionales, allá vamos. Esta semana mi palabra es TEMOR.



Temor porque junto a la ilusión, el amor y otros muchos, ha sido un sentimiento presente no desde que soy madre, sino desde que decidí que quería serlo.

Desde aquel verano en Conil del que ya os he hablado alguna vez en el que sentí que había llegado el momento, todas mis energías se concentraron en ser madre, en concebir, parir y criar a mi hij@ con todo el amor del que fuese capaz. Y ahí surgió el primer temor: y si no podía?? Y si había algún problema que me impidiese quedarme embarazada?? Ahora que sentía en lo más hondo de mi alma que la maternidad me llamaba pensaba en casos cercanos y no tanto y temía encontrarme en esa misma situación y, sobre todo, en no saber asumirlo llegado el caso.

Casi un año después y repuesta de mis males de salud llegó la ansiada noticia, había un ser del tamaño de una lentejita creciendo en mi vientre, íbamos a ser padres. Y ahí un nuevo temor; mejor dicho, varios: Irá todo bien?? Tendrá latido?? Se formará bien?? Durante esos primeros meses se venían a mi cabeza todas las historias de embarazos que no llegaban a buen término (admiro profundamente a esas mamás que han perdido a sus bebés de agua y hablan de ellos con alegría y amor), todas las complicaciones que podían surgir. Y temía hacer algo malo, que le perjudicase. Era tremenda la responsabilidad de que su bienestar, su desarrollo y su vida dependiesen cien por cien de mí y de mi cuerpo. 

En las últimas semanas del embarazo, cuando el bebé está listo para nacer, se mitigan esos temores sobre su estado y empiezan respecto a nuestras capacidades: Seré buena madre?? Sabré cuidarle?? Es tan valioso, tan importante lo que se avecina, la llegada al mundo de nuestr@ hij@ que el mayor temor es no estar a la altura.

Y por fin llega el día, ve la luz y conoce tus brazos que lo acunan como antes lo hizo tu vientre. Yo nunca sentí tanto amor, ni un temor tan grande. A que le suceda algo malo, a que se haga daño o la hieran, a perderla. Es pavor, pánico. Porque el temor a perder algo es directamente proporcional al amor que sientes por ello. Desde que nació tengo la sensación de que es tan maravilloso que no puede durar siempre, como si sólo pudiera ser madre de mi hija una temporada y luego fuesen a arrebatármela. Sé que es irracional y absurdo pero al menos, cuando me sucede, me ayuda a exprimir con más intensidad cada segundo que paso a su lado. Cada momento que me regala su adorable compañía.