martes, 28 de mayo de 2013

Y entonces llegó ella (el desenlace)

14 de enero, seis y cuarto de la mañana, un frío tremendo y nadie por la calle. Salimos los dos, solos y juntos, tranquilos, y nos montamos en el coche. Emprendimos camino al hospital del que nos separaba casi media hora de trayecto, escuchando música y cogiendo las rotondas con cuidado porque yo veía las estrellas. Las contracciones seguían así que pintaba que la cosa no era broma.

Llegamos al hospital y la sala de espera de urgencias vacía, le explico a la chica de recepción que estoy de cuarenta semanas y con contracciones desde ayer y enseguida me pasa con la matrona. Pobre! Si tenía la marca de las sábanas aún en la cara... Me faltó decirle: -Hola! Qué tal? Vengo a animarte un poquito la guardia!!

Me examinó y el cuello ya estaba borrado pero aún no había dilatado nada, no estaba de parto. Me desinflé un poco, lo reconozco, pensé que la cosa habría avanzado un poco más. Me puso el monitor y en función de lo que viese tomábamos la decisión. Y allí nos quedamos, mi marido, la maquinita, nuestra pelota de tenis y yo. Sí, sí. Habéis leído perfectamente. Pelota de tenis. Mis contracciones venían 'de riñones' y hacer rodar la pelota fuerte masajeando las lumbares me aliviaba cosa fina. Él miraba el impreso del monitor, yo le preguntaba e intentaba mantenerme relajada. Al rato la matrona pasó a recoger el informe, se lo llevó y volvió a aparecer a los pocos minutos:
- Aún no estás de parto pero te vas a poner en nada. Con estas contracciones no te puedo mandar a casa así que te quedas ingresada.
Según salió del box mi chico y yo chocamos las manos en señal de triunfo; primera meta conseguida: no nos habían mandado de vuelta a casa.

Nos subieron a la habitación y mi amor me hizo una preciosa foto junto a la ventana, la última foto con Ali dentro de mi. A pesar del frío era un precioso día de invierno. El sol había salido a recibir a mi pequeña.
Avisamos a nuestros padres y hermanos y gracias al suero que me pusieron (no había desayunado nada y la cena de la noche anterior salió por donde había entrado...) las contracciones aflojaron y me quedé adormilada un rato.

Mis padres y mis suegros llegaron justo para verme, darme un beso y...adiós!! Me bajan a dilatación!! El celador, un encanto, bromeando y charlando conmigo. Y cuando llegamos abajo...Mª Eugenia!! Mi querida Mª Eugenia!! La matrona que había conocido el día que fuimos a visitar el hospital era la que me iba a acompañar. Aquello marchaba muy bien.

Me volvió a colocar el monitor aunque me dio libertad total para levantarme y moverme lo que necesitara, y me confirmó que ya habían avisado a mi ginecólogo de que yo estaba allí. Al rato vino a explorarme de nuevo y la cosa seguía muuuy lenta, además de que las contracciones habían aflojado hasta casi desaparecer. Me puso oxitocina, muy poquita me dijo, para que avance el parto pero no te duela. Me trataba con un cariño y una dulzura que hicieron que estuviese muy cómoda.

Sorprendentemente llevaba mejor el dolor tumbada y con el masaje de la pelotita así que allí seguimos, aunque con la oxitocina sintética dolían mucho más.

Un rato después mi marido me dijo: -Creo que vienen a verte... Y escuché fuera la voz de Miguel Ángel, mi médico. Ya estaba allí y enseguida entró en la sala a ver cómo estaba. Es un encanto de hombre y ese día me transmitió mucha seguridad y calma. Al explorarme de nuevo ya había dilatado 3 cm (mi record!!) pero al tocar la cabeza de la niña peloteaba hacia arriba. El monitor indicaba que Alicia estaba en el límite de la taquicardia así que me explicó las opciones.

Podíamos esperar a ver cómo avanzaba aunque por el tiempo de gestación, volumen de contracciones, etc, era raro que no hubiese dilatado más (al no encajarse la niña no ayudaba). Además él tenía consulta y si la niña hacía "un extraño" vendría enseguida pero posiblemente tuvieran que atenderme de urgencia. Otra opción era hacer cesárea, ya o por la tarde si el parto no avanzaba.

En ningún momento nos presionó. Allí estábamos los cuatro: mi médico, mi matrona, mi marido y yo, y juntos teníamos que tomar la mejor decisión Se limitó a decirnos que si queríamos su opinión, él haría cesárea porque había algo (desproporción, cordón...) que no estaba dejando a la niña bajar y ya se hacía notar en el ritmo de su corazoncito. Nos consta que es muy 'pro-parto' así que si nos decía eso, por algo sería...

No lo dudamos. Decidimos hacer la cesárea lo antes posible para que la peque no sufriera y se programó para una hora después. En aquel momento pedí la epidural pero como el monitor mostraba casi taquicardia, me dijeron que podría perjudicar al bebé y era preferible esperar a justo antes de la intervención. Así que una horita de contracciones de regalo!! (ya sin la oxitocina sintética, eso si...)

Pedimos que me acompañara mi chico en quirófano pero el protocolo del hospital no lo permitía (punto importante a mejorar) y esa fue la pena más grande de aquel momento, que él no estuviera conmigo, agarrando mi mano y viendo como su hija abría los ojos al mundo. El médico le dijo: - Espera en la puerta y en cuanto la oigas llorar la sacamos contigo. Haría el "piel con piel" con su papá. Nos despedimos con un beso y me llevaron a quirófano.

Allí todo el mundo fue muy amable, todos se presentaron, me preguntaron cómo me encontraba y me trataron con mucho cariño. Hablaban conmigo, no entre ellos haciéndome sentir como un mueble. Nada de eso.

En cuanto la anestesia hizo efecto comenzaron y fue increíble. Pensé que no iba a sentir nada pero no fue así. Lo noté todo, sin dolor pero tenía sensibilidad. Y Miguel Ángel me lo iba narrando. Se alegró de que hubiéramos tomado esa decisión porque al abrir el líquido estaba meconial y cuando llegó a Alicia descubrimos el motivo de que no bajara...tres vueltas de cordón en el cuello!! En aquel momento fui consciente de que habíamos tomado la decisión correcta y unos segundos después...Alicia nació. La sentí salir de mi cuerpo, cómo el peso de su cuerpecito salía de dentro de mi. Igual que las almas abandonan el cuerpo en la peli de "Ghost". Simplemente maravilloso.

La oí llorar, giré la cabeza y la vi, medio moradita y lloré de emoción (igual que ahora mismo al recordarlo, no lo puedo evitar). Enseguida la trajeron junto a mi, para que la viera y la besara. No podía parar de decir "mi niña, mi niña!!". Nunca olvidaré su olor, la tibieza de su piel, su suavidad... Ya estaba en el mundo.

La llevaron junto a su padre (su padrazo!!!) y yo, mientras terminaban, caí dormida después de tanta emoción.
De camino a la sala de reanimación vi a mi chico, estaban juntos, y pude coger a mi nena en brazos por primera vez y abrazarla. Dejó de llorar en cuanto la tuve en brazos, sabía que era yo. Y después de una hora en la que me esforcé a tope por mover las piernas (sabía que cuanto antes recuperase la sensibilidad, antes me subirían con ella) llegué a la habitación donde todos me esperaban emocionados y mi niña llorando. La cogí de nuevo, la acurruqué y se agarró a mi pecho buscando alimento y el calor de mamá. Ya era perfecto. Ya estábamos juntas y no importaba nada más.

Te quiero, mi vida. Eres lo mejor que me ha pasado






2 comentarios:

  1. Bueno, se me han puesto los pelillos de punta. No fue el parto deseado, eso me consta, que una cesarea no es como no gustaría que terminara nuestro parto. Pero lo bueno es que tuviste una buena, te sentiste querida y arropada. Y llegó Alicia!!1
    besitos

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    1. Efectivamente no fue como esperaba aunque durante años, antes de decidir en serio ser madre, me daban tanto miedo los partos que decía que yo firmaba por una cesárea (en cuanto el "instinto" llamó a mi puerta cambié de opinión pero...). Hay que tener cuidado con lo que se desea, que puede hacerse realidad...jejeje. El caso es que, como bien dices, todo fue estupendo y nunca, nunca, he recordado el nacimiento de mi hija como 'un parto de segunda'. Fue el mejor momento de mi vida y lo repetiría mil veces.
      Gracias por pasarte, linda!!

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